viernes, 3 de diciembre de 2010

Belén

Elena ha pensado montar este año un belén original. Le ha quedado muy curioso:







jueves, 18 de noviembre de 2010

Vida

Confirmamos la peor de las posibilidades para la enfermedad de Tripi. La dueña encajó regular la noticia y decidió no luchar. Esta tarde me ha tocado procurarle un descanso digno.
Por suerte, casi a la vez han aparecido un grupo de simpáticas cachorritas de Yorky. Han corrido por toda la clínica, jugando, husmeando, buscando comida en el vientre de su mamá. Tres de ellas aún están buscando un nuevo hogar.

lunes, 15 de noviembre de 2010

Riñones

A finales de la semana pasada recibimos a Tripi, un encantadora gata atigrada y blanca. Según pudimos averiguar, tarea que resultó bastante árdua ya que su dueña no se aclaraba, apenas comía y estaba tristona. Como el animal ya es mayor y no apreciamos nada especialmente significativo durante la exploración, procedimos a tomar una muestra de sangre para realizarle un análisis. Los gatos mayores sufren a menudo de insuficiencia renal crónica. Tal vez debido a su alimentación estrictamente carnívora, el paso del tiempo acaba por degradar los riñones, que no son capaces de realizar su función principal (limpiar la sangre de sustancias dañinas), y los animales caen enfermos.
Los resultados del análisis nos confirmó nuestros temores, tenía unos niveles de creatinina en torno al triple de lo normal. Cuando este metabolito se dispara, hay que pensar que el animal ya se encuentra en bastante mal estado. Si se trata de una insuficiencia renal crónica, poco más podemos hacer que medicarle y controlar su dieta con la esperanza de paliar los síntomas; pero es un proceso progresivo y, más antes que después, acaba con su calidad de vida.
Convecimos a la dueña para que nos dejase hacerle una ecografía. Con esta prueba tenemos una absoluta seguridad del proceso, y además su pronóstico. Los riñones afectados disminuyen de tamaño y pierden su arquitectura. Según cómo los vemos, sabemos lo avanzado que se encuentra; pero en algunos casos, podemos encontrar patologías con síntomas similares en las que sí podemos hacer algo. Hace algo más de año y medio, recuerdo que encontramos en Thor, otro caso similar, los riñones algo tocados. Pero la causa de sus afecciones era una pancreatitis. Unos días de tratamiento bastaron para recuperarlo, y aún sigue dando guerra a sus 17 años.
Esta es la ecografía de Tripi:
Un riñón



El otro



Ninguno de los dos tiene disminuido el tamaño (lo normal es en torno a 3,7 cm de diámetro mayor), sino todo lo contrario. Ya nos las veíamos felices pensando en una pielonefritis (infección) más o menos atajable con un tratamiento antibiótico cuando ha aparecido esto otro:



La imagen corresponde al ciego (el apéndice). La pared está engrosada y aparece un acúmulo de líquido. Hemos tomado una muestra por aspiración, mañana tendremos el resultado, pero hay muchas posibilidades de que se trate de un linfoma (cáncer) que le ha afectado a los riñones. Si es así, aún tenemos una esperanza de tratamiento, el linfoma es uno de los cánceres que mejor responde a la terapia; otra cosa es que nos dejen trabajar.
-------------------------------------------------------------------------
Aparte quería comunicar que el incidente que relaté en la anterior entrada entre el perro (Berry) y el niño, no pasó a mayores. Lo que parecía un mordisco grave se quedó en una herida en el párpado. El animal no ha sido declarado peligroso y lo que iba a ser una sanción administrativa, ni tan siquiera ha prosperado. La cosa quedó en un desagradable susto y poco más.
Como epílogo me contaron que el crio, un par de días después, fue en busca de otro perro (esta vez lo pararon a tiempo) y el pobre Berry, del sofocón, estuvo unos días sin querer comer y con la tripa suelta.

viernes, 22 de octubre de 2010

Accidente

Ayer vacune a Berry, un cruce de pastor con mastín. Es uno de esos perros altos, delgados y muy nerviosos; y la razón de ese carácter es un profundo y continuo temor al mundo. Fue adoptado en una protectora por una joven pareja que residía en un chalet. Discutieron y el pobre animal acabó en pupilaje en una residencia. Su dueño va a visitarlo casi a diario, le da un paseo y unas golosinas.
A este tipo de animales hay que saber tratarlos. Te tienen que ver firme, pero sin brusquedad. Cualquier aspaviento puede desencadenar en un ataque de pánico. De esta forma, subimos al perro a la mesa de exploración, con cuidado pero sin permitirle ningún devaneo. Le tome la temperatura, le ausculté, le limpié por dentro los oidos y le inyecté la vacuna. No fue necesario ponerle un bozal. Berry es bueno.
Saliendo por la puerta, con el perro agarrado por la cadena, un niño pequeño, de dos años recien cumplidos, iba andando tambaleandose por la calle. Se zafó de la vigilancia materna, se dió media vuelta y se abalanzó sobre el perro. Todo pasó en un instante, ni la madre ni el dueño se dieron cuenta de lo que estaba ocurriendo. Ni el animal, que al sentirse repentinamente agarrado por el cuello, se asustó y reaccionó, con tan mala suerte que mordió al niño en el párpado. El propietario tiró de él, la madre corrió en auxilio de su hijo, pero el mal ya estaba hecho. Sangraba abundantemente y lloraba con desconsuelo.
Asustados, perro y dueño entraron en la clínica, preguntándose que había ocurrido. La madre cogió al niño y empezó a lamentarse. Salí a ver que le había pasado, le limpié la sangre de su carita y pude ver un puntazo muy feo en el ojo medio cerrado. La dije que fuera corriendo a buscar un médico, y es lo que hizo. Volví a entrar, el propietario del perro se lamentaba de lo ocurrido, el pobre animal no sabía dónde meterse; ninguno comprendia lo que había pasado.
Volvi a salir y la madre había desaparecido con el niño herido. Le dije al dueño que no se preocupase, que fuera a llevar al perro a su residencia y que ya le daría sus datos a los padres cuando vinieran.
No trancurrieron ni cinco minutos cuando empecé a escuchar sirenas. Vinieron unos diez policias y una U.V.I. móvil. Nerviosos, me preguntaron dónde estaba el animal, que por qué se habían ido. Intenté explicarles lo ocurrido, les di el teléfono móvil y salieron en su busca. Tal vez con una diligencia desmesurada. Una policía preguntaba a su compañero si tenían la cámara de fotos para retratar al animal, por si se trataba de un perro dentro del censo de razas potencialmente peligrosas. Otro preguntaba por radio el modelo y color del vehículo en el que iban. El más brusco, volvió a entrar a exigirme los apellidos y el domicilio del propietario, porque no respondía a sus llamadas. Antes de poder dárselo, le avisaron por radio que ya se encontraba de regreso.
Unos minutos más tarde, entró otro agente a tomarme los datos. Me preguntó un poco sobre lo que había pasado, anotó mi nombre y teléfono y por fin se fueron. Cuando cerré la clínica, una hora más tarde, pude ver cómo los policias seguian interrogando al propietario en la acera, junto a su coche mal aparcado en el que se encontraría sin duda Berry aterrado.
Desgraciado accidente, inevitable a mi entender. Al parecer, perro y dueño van a ser culpables por no llevar al animal con bozal. Hoy tengo que ir a la comisaría nacional a declarar. Me han dicho que el niño tuvo que ser intervenido durante más de dos horas y que aún no se sabe el alcance de las lesiones, pero pueden ser serias. Un precio muy alto por querer abrazar a un animal desconocido.

jueves, 14 de octubre de 2010

Historias

Hoy me han contado una historia sorprendente. No voy a poder relatarla tan bien como la dueña, pero voy a intentarlo.
Hace aproximadamente un mes, vi a Luna, una encanadora cocker de siete años un viernes por la tarde. Me comentaba su propietaria que notaba a la perra extraña, aunque todas sus funciones fisioñógicas parecía realizarlas correctamente: comía, bebía y excretaba con normalidad. Se movía bien, aunque estaba algo apagada. La exploré; mostraba molestias en la zona inguinal y tenía la temperatura alta. Le hice una tira de orina y aparecieron células características de la infección (cistitis). Le prescribi un tratamiento con antibiótico y no volví a saber de ella hasta hoy.
Hoy ha aparecido la dueña con un cachorro de Beagle. Me pide vehementemente que le dé los resultados del análsis de orina, porque la perra se había muerto. Ante mi expresión petrificada, ha empezado a relatarme que, pasados unos días, el animal mejoró. Pero un fin de semana después, se puso peor y la llevo de urgencias a otro compañero. Éste, le hizo un análisis de sangre y una ecografía. Encontró un cuerpo extraño (algo como una piedra) en el interior del estómago y le remitió a un hospital para extraerselo por endoscopia. Una vez allí, pasaron a quirófano a la perra, y poco después, le mostraron una piedra negra del tamaño de una nuez que habían podido sacar sin problemas. La prescribieroin dieta, medicación y la enviaron de vuelta a su casa aún algo anestesiada.
Al parecer, la perra no se llego a despertar del todo, se puso a gemir primero, para luego gritar, y a las tres de la mañana, la llevaron en un taxi al hospital. Perdía abundante sangre por el ano.
La ingresaron y estuvo dos dias en cuidados intensivos. El último día, la dueña le preguntó al compañero si la perra se iba a morir, y este le contesto "que si tenía que morirse, se moriría". Y esta mujer, con la razón completamente perdida, se tiró encima del veterinario gritandole todo tipo de lindezas e intentándole agredir.
Según me iba contando todo esto, lo que no sabía yo muy bien es lo que deseaba que yo hiciera, aparte de darle el resultado de los análisis. Al parecer, tenía que vacunar al nuevo cachorro que había comprado por añoranza de su otro animal.
No sé si luego voy a llamar al hospital para escuchar la otra versión, tal vez decida que no tengo suficiente curiosidad y que no soy quién para remover aquello. Pero sé que los ha denunciado, y para eso quería el análisis (¿?), no sé que podrá aportar.
El caso es que todo me suena raro, la ecografía que le descubre una piedra, la extracción limpia por endoscopia, la posterior hemorragia masiva por el ano y la muerte tras dos días. Profesión desagradecida en cualquier caso, no pongo la mano en el fuego por nadie, pero no creo que el problema fuera causado por mala praxis. Ningún veterinario devuelve un animal a su domicilio si cree que va a tener luego problemas serios. Ya terminaré de contar la historia cuando me entere; porque me enteraré, seguro.

miércoles, 6 de octubre de 2010

Dormir

Cada vez me da más pereza escribir...me resulta complicado porque hemos tenido mucho trabajo de rutina, y algún que otro disgusto, pero no quiero reflejar aqui ni mi aburrimiento, ni convertir este espacio en un lugar de desahogo.
Hemos tenido mucha cirugía menor, castraciones, limpiezas de boca y cosas así. La verdad es que el quirófano me angustia más por la anestesia que por el procedimiento, y cierto es que contamos con el mejor protocolo, el mejor equipo y la mejor monitorización que nunca; pero siempre es una responsabilidad para mi, aunque al final no tengamos problemas serios. El caso es que primero hay que inducir por vía intravenosa, de forma que no puedes quedarte corto porque, después de intubar, queda un lapso entre que empieza a funcionar la anestesia inhalatoria y desaparece el efecto de la inyectada; o puede pasar al revés, que pongas algo de más, o un poco más rápido de lo debido, y el perro entre en apnea (no respira) y hay que ventilarlo un rato vigilando al segundo el pulso y la saturación de oxígeno en sangre. Porque no hay una dosis exacta, cada perro es un mundo: depende de lo nervioso que sea, de lo gordo que esté, de lo sensible que resulte. Así, hace una semana necesité usar casi un envase entero para una golden, y aun así tuvimos que esperar al efecto de la segunda anestesia para una simple limpieza de boca y dos días después, "tumbé" a un mastín de exactamente el mismo peso con la mitad de dosis.
Todo esto viene a que hoy, hemos dormido a Dina, una fantástica westy, para extirparla una masa del tamaño de una cereza en un costado. No parecía un tumor, mas bien algún tipo de quiste, pero le estaba creciendo. Y ante la duda, se quita. La propietaria es muy amable, y no ha podido remediar unas lágrimas cuando nos la ha dejado. Me he setido realmente comprometido con el cariño entre ellas. Por ello, yo no quería dormir a esa perra, pero hay que hacerlo y siempre pienso que ante la necesidad, prefiero hacerlo yo que dejarselo a cualquier otro; lo paso regular, pero me fio de mí. No ha ocurrido nada reseñable, de hecho ha ido todo especialmente bien y sencillo. Ha resultado ser una pilomatricoma (una especie de quiste bastante asquerosillo que se produce a partir de un foliculo piloso) y eso sí, le he hecho un bordado de película; me he esforzado especialmente. Diez minutos después de la intervención, ya estaba dando paseos por la clínica y pidiendo galletas.
Por otra parte, tengo que reseñar que ayer sacrifiqué a Rubi, la preciosa perrita a la que operaron tres veces de las rodillas sin éxito. Tenía el Cushing completamente descompensado, a pesar de la medicación, y a finales de la semana pasada, la descubrimos una hernia inguinal que se hizo enorme en pocos días. Descanse en paz.

viernes, 17 de septiembre de 2010

Angustias

Hoy hemos tenido una de esas que nunca se cuentan, salvo en las reuniones corporativas después de unas copas. Teníamos que hacer una limpieza de boca de un simpático Westy, Muqui, cosa de poco. Lo malo es que hoy necesitaba salir pronto, no me podía entretener.
El perro ha llegado puntual, le he premedicado con un calmante y justo antes de ponernos con él, ha venido una gatita para vacunar. El dueño era de lo más agradable, así que reconozco que me he demorado un poco más de la cuenta, pero había tiempo de sobra. Salgo de consulta y veo tres personas esperando. Tampoco me ha preocupado mucho, ya estaba Elena cambiada y entre los dos, si es necesario, somos capaces de despachar lo que se nos ponga por delante en un momento.
He pasado otra consulta (cliente nuevo, ficha, bla bla bla), Elena liada con no se quién, otro que viene, vamos, al final eran cerca de las doce y aún estábamos liados. Me escapo hacia quirófano para ir poniendo la vía al perrillo para la anestesia. Es muy bueno, pero como buen terrier, nervioso. De hecho, Elena ya había pasado para lo mismo, le había observado, y prefirió esperar a que uno lo sujetara para evitar problemas. Ese ha sido mi error.
Lo subo a la mesa, preparo los aperos, le pongo la compresión, desenfundo el cateter (tubito de plástico con guía metálica), pincho y zás, se me mueve el perro. Le doy una voz con el cateter aún a medio poner, intento guiarlo, y se me dobla. Resulta que es una de esas patas que tienen el cuero duro y, al empujar el plástico, en lugar de entrar se dobla. Retiro la aguja y empieza a sangrar. Limpio, reviso: hematoma.
Le regaño un poco (poco, el pobre no tiene culpa), le comprimo la otra vena y esta vez, tomo un cateter más fino, lento pero suficiente para lo que es. Además, entra más fácil en pieles duras. Lo pongo no sin problemas de traqueteo, lo fijo con doble esparadrapo, y me percato de que está roto en la unión con el cono y se sale el suero. Quito todo el embrollo, lo compruebo, y en efecto, muy roto; no se puede ni parchear.
En estas ya viene Elena, le cuento las aventuras, y nos ponemos los dos con la primera vena. Cateter fino de nuevo, lo sujeta, y en el momento justo, retira la patita y otra vez para afuera. Más sangre, limpiamos; cogemos compresion en la otra, lo intenta ella, las doce y diez. La via no va, se hincha.
Le placamos, pongo compresión en la parte trasera, busco una venilla (la sáfena, que nos suena de los toreros, pero que en perros es mucho más fina) y le logro inyectar los 3 ml de anestesia (propofol) que llevaba cargados. Antesdeayer, en otra limpieza de boca de una Golden de 42 kilos, usé los 22 restantes del envase (no sé cuánto usaria Michel Jackson, pero debió de ser una barbaridad). Y el perrillo tan campante, silbando, como si le hubiese puesto agua.
En resumen, ha habido que tirar de oficio, usar venas que hay que saber que estan ahí para encontrarlas. Al final, ha salido todo bien y he podido llegar a tiempo; pero he pasado unas angustias!